sábado, 2 de mayo de 2009

M.I.D.I segundo: tenis

Los M.I.D.I (Momentos Impresentables del Deporte Índigo) describen diferentes situaciones que afronto el índigo en su exitosa carrera deportiva. Como el título lo anticipa es momento de contarles acerca de mi primera incursión en el mundo de las raquetas y las pelotitas verdes: el tenis.
Aquellos eran años dorados de secundaria y de un físico que aguantaba múltiples actividades deportivas (no como ahora que no corro ni un riesgo) como fútbol, natación, truco y hasta criquet. Debido a ello, me sentía en condiciones de explorar y hasta con posibilidades de llegar lejos en el glamoroso mundo de las canchas de polvo de ladrillo. Fuimos con tres amigos a probar suerte, uno de los cuales ya tenía una vasta experiencia en el deporte. Lejos estábamos todos de las chombas de marca, las raquetas Wilson proevolution F-5000 y de las zapatillas antideslizantes pero si, muy cerca de las remeras piojosas, las toppers y los cortos truchos de la feria. Como algunos de nosotros no teníamos raquetas tuvimos que alquilar y nos dieron unas muy pesadas y bastante deterioradas, creo que de aluminio o de algo parecido.
El partido empezó, y por más pose de tenista que pusiéramos y horas de virtual tenis que tengamos encima éramos un desastre, quedando el 90% de las pelotas en la red. Estábamos más cerca de un partido playero en las Toninas que del Tennis Masters Cup de Shanghai pero no nos importaba, seguíamos adelante punto a punto, jugando cada pelota como si fuera la última. Yo siempre fui regular en todos los deportes y esta vez no iba a ser la excepción: perdíamos como en la guerra.
Promediando la mitad del partido sucedió el hecho por el cual yo considero que este relato es digno de ser contado e inclusive marcándome por el resto de mis días. Era el turno de saque de mi amigo que tenia mayor experiencia en el tenis por lo tanto, sacaba muy fuerte haciéndose muy difícil poder siquiera pegarle a la pelotita. El que recibía el saque fui yo. Saca el muchacho, por supuesto desde arriba y no como nosotros que hacíamos picar la pelotita en el piso y le pegábamos. La pelota empieza a tomar mucha velocidad desde el comienzo pero yo tenía mucha actitud y sentí que era una pelota muy fácil de responder. La pelota se empieza a acercar hacia a mí y a partir de ahí veo todo como en cámara lenta. La pelota SE ACERCA, SE ACERCA, SE ACERCA y yo con un excelente drive de mano derecha CONECTO. La cuestión es que como índigo que soy no conecte con la pelota (que ni si quiera llegue a rozar) sino con mi propia JETA. Si!, el salame se autorraqueteo la geta y se incrusto la raqueta en una ceja con toda la furia. Empezó a brotar mucha sangre lo cual me impedía una buena visión, además de manchar toda mi ropa y la cancha, por lo tanto por mi culpa se suspendió el partido y nos fuimos a que me vean el corte.





Raqueta Nº 1: Wilson proevolution F-5000 utilizada por algunos de mis amigos.
Raqueta Nº 2: raqueta parecida a la que uso el índigo.



Documento fotográfico: foto sacada por un aficionado, él cual capto con su cámara el preciso momento que me estrolaba la raqueta en mi propia cara.

PD: "la marca" fue en la ceja, que después use para chamuyar minitas diciendo que era la misma marca que usaba Pablo Echarri en la novela Montecristo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Ay, muy bueno! Besos a los dos!

Lupi