jueves, 26 de marzo de 2009

Cabeza de Radio


Así es, fui uno de los miles de afortunados que tuvo la oportunidad de ver a Radiohead en vivo. Punks, emos, floggers, metaleros y el Comité de la Liga de Amas de Casa se dieron cita en el Club Ciudad de Buenos Aires para presenciar semejante hecho histórico. Pero nadie contaba que entre las huestes de cabezas de radio había un muchacho cabeza de índigo infiltrado.

Llegué a las 16hs con dos amigas, con el objetivo de estar lo más cerca de nuestros ídolos; llegamos a estar todo el recital prácticamente en la valla, entre apretones, presión de la gente que entraba y varios vivos que me tocaron el culo.

A las 18hs arrancó La Portuaria. Ni fu ni fa, no vale la pena comentarios. Estaba en la valla. Luego fue el turno de los vejetes alemanes de Kraftwerk y sus ritmos electrónicos. Estaba en la valla.

Sale Radiohead. Ovación. “Ahí está Tom Yorke!!” grité eufórico, mientras señalaba a Ed ‘O Brien, el guitarrista. Ok, no tenía anteojos, bah, los tenía pero estaban empañados, lo que era lo mismo que la nada.

La cuestión es que estaba en la valla… por lo menos hasta el tercer tema, cuando se me hizo insoportable la combinatoria de presión de la gente contra mi esternón y el mar de tufo y sudor que estaba respirando. Casi viendo las estrellas por la baja de presión, decidí salir. ¿Cómo? A la manera de la “indigo way of life”: Le pedí al tipo de Seguridad que me saque, cosa que realizó con mucho esfuerzo. Mientras me sacaba mis piernas se revolearon dando tremenda patada voladora a lo Bruce Lee a una mina que estaba en la valla.

Me llevan a la enfermería donde me atiende una enfermera joven y muy buena onda. Me recuesta en el piso y me da un vasito con agua. Pero era tanta la sed que tenía que necesitaba más, ya que estaba mas deshidratado que una pasa de uva. Pero me negaron un segundo vaso, aduciendo que había poca agua y que era para la gente que seguramente caería más tarde, durante todo el recital. Resignado, salgo de la enfermería y me quedo en un costadito del recital, escurriendo mi remera que estaba empapada de sudor mío y ajeno, y comprando Pepsi a un precio %300 más alto que el normal.

Para mi sorpresa, me encuentro con un mar de gente empapada: sin lugar a dudas, eran personas que habían estado delante de todo, como yo, y tuvieron que salir porque se asfixiaban. “Qué bueno! No soy el único”, pensé. Entablé una tierna amistad con un pibe de Villa Soldati, que me dijo el nombre pero no lo escuché porque me zumbaba el oído, así que lo bauticé cariñosamente como “Anteojito”.

Fue ahí que mientras hablaba con mi nuevo compañero visualicé a una chica, muy bonita ella, que salía de la enfermería directo a comprar agua… pero se ve que no encontraba la billetera; cuando pasa a mi lado, la freno y el diálogo fue el siguiente:

_ ¿Vos querés agua?
_ Si
_ Dejá, te la pago yo
_ No, está bien, gracias (media vuelta y se va)
_ ¿Y si vamos a medias? (con cara de “he perdido la batalla, pero no la guerra”)
_ Bueno, dale (SONRISA)

Sí! Sonrisa! “Esta es la mía”, pensé. Por fin tenía frente a mí la posibilidad de comer tira de asado después de tanto tiempo.

PEQUEÑA DIGRESION
“Tira de asado” es una clasificación índiga sobre la belleza femenina. Como somos medio gansos, encasillamos a las mujeres en una escala unilineal ascendente dando lugar a la T.I.M.B.A. (Tabla Indiga de Mujeres Bellas Acechables), que consta, de menor a mayor, en lo siguiente:

Puchero frío = 2 puntos
Osobuco = 4 puntos
Tapa de nalga = 6 puntos
Pelleto = 8 puntos
Tira de Asado = 10 puntos


La chica en cuestión era un “10 + Felicitado”, con una carita sonriente en el borde inferior del examen: calificaba sin problemas con una TIMBA de “Tira de Asado”, algo a lo que los índigos siempre intentamos aspirar pero nunca llegamos, por lo que nos pasamos la vida alimentándonos a base de puchero frío y osobuco. ¿Se entiende el punto?


CONTINUACION
No solo le compre el agua, sino que deje que la tomara casi toda ella: de esta manera había quedado como todo un Príncipe de Asturias frente a una hermosa muchacha. Pero mi cuerpo reclamaba agua, así que me tuve que aguantar hablar con toda la boca empastada y viendo como tan preciado líquido desaparecía en esa hermosa boca. Charla va, charla viene, me cuenta que se llama B**** (los asteriscos son para proteger su identidad), tiene 17 años y no es de Buenos Aires, y que se iba esa misma noche para su provincia. “Esta es la mía”, dije.

En ese momento, aparece Anteojito por detrás, que estaba sentado porque estaba cansado. Molesto por su presencia, le tiro a B que nos vayamos a buscar un lugar más cómodo para ver el recital. Dichas estas palabras, dejé plantado a Anteojito, mientras para mis adentros cantaba la canción de Cacho Castaña “Ahí viene el matador, ahí viene el matador”.

Mi caballerosidad no conocía límites: pisé barro flojo y casi me voy a la mierda, pero con un suave vaivén de caderas le hice notar que no caminara por ahí porque se iba a embarrar, que tomara otro camino. Era el Duque de Borgoña!

Y si era un duque, debía de tomar de la mano a mi damicela. Así que lo hice suavamente y la fui guiando entre el gentío. “Esta es la mía”, pensaba.

Paramos en un lugarcito bastante copado para ver el recital y este zángano era feliz viendo el brillo en los ojos de la reina abeja, rodeada de obreros aleteando contentos por estar viendo a Radiohead. Ok, creo que el cuasi desmayo me estaba pegando mal, así que antes de mandarme una caída estrepitosa sobre ella tal como le había pasado a mi compañero, decidí jugarmela.

Que chiste va, chiste viene. Que sos muy linda, que gracias. Que te toco y que te abrazo para que te rías. A esta altura me sentía Don Juan de Marco. “Soy insuperable”, pensaba. Así que en un descuido aproveché para tirar un cabezazo (manera índiga de besar, que detallaremos en otro post)… que termina en la mejilla de la muchacha. Así es, me había corrido la cara. Ahí fue cuando sucedió la “Gran Indigo”:

_ Che, que te quería dar un beso de amigos, recién nos conocemos…
_ Es que tengo novio
_ De en serio? Yo también!
_ Si? Tenés novio? (RISAS)
_ SI, SOY PUTO

¿? ¿?¿? SOLO A UN INDIGO SE LE OCURRE UNA RESPUESTA COMO ESA! El barco ya estaba hundido, y luego de ese comentario de mi persona, al barco le explotó una bomba atómica en cubierta y un millar de pingüinos empetrolados encallaron en las playas de Mar del Plata. Por lo menos le saqué una sonrisa y se echó a reír.

Así que continuamos tranquilos viendo el recital y haciendo comentarios tontos, del tipo “Que bien que tocan”, “Que buen juego de luces”, “Que cara la bebida” o “Tengo gases, te jode?”. Una vez terminado el recital le digo que la acompaño hasta su punto de encuentro, y tras negarse tres veces la despido con un “Chau, nos vemos”, con un guiño de ojo izquierdo incluido… pero que pelotudo! CUANDO LA IBA A VOLVER A VER? Pero no es pelotudez… se llama INDIGUEZ. De un índigo con cabeza de radio.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Yo estuve ahí! También terminé en la enfermería, que olor a transpiración que había!

Saludos,
Juancho

Dr colosus dijo...

He realizado trabajos peores, califico para la formula indigo 2009.
Tambien estuve ahi, excelente!

Saludos

July dijo...

yo no estuve ahi, pero me imagino a vos ahi y ya es suficiente...

ahora yo no se porque en todos los recitales hay olor a gente...