domingo, 8 de marzo de 2009

“Yo los vi”, “yo los oí”, “uno me tocó el culo”: índigos en acción

Este fin de semana fue un finde índigo repleto de noche de excesos. Con todas las letras. El viernes a la medianoche y ya me disponía a irme al sobre a dormir con mi gorrito de punta de cono; pero una simple charla de msn del tipo “Que hacés esta noche?” derivó en una gira índiga improvisada por el barrio de Palermo. Así es, los gansos de este blog decidieron juntarse y perpetrar una noche conjunta de excesos. De ella desprendemos las siguientes conclusiones.

1. La guía T es nuestra Biblia: como vivimos en provincia, una incursión en Capital Federal es algo tan arriesgado como adentrarse en la selva del Congo Belga vestido de gorila. Así es, nos perdemos fácilmente. Por eso el kit básico del índigo en una noche de excesos consiste en una guía T, un celular y una billetera. Y a veces estas tres simples cosas ameritan que el índigo lleve un morral que cargará durante toda la noche. Si, sabemos que llevar riñonera es de losers, por eso los índigos llevamos morral para disimular.


2. Tenemos la proeza de la invisibilidad táctica: Decidimos encontrarnos en una esquina de Palermo. Llegué. Esperé sentado. Llegó mi compañero. No lo vi. Me manda mensaje para ver donde estoy. Lo veo. No me ve. Me cruzo de vereda. Le grito. No me escucha. Grito de vuelta. Se da vuelta. Encuentro emotivo.

3. El maní es al índigo lo que la kriptonita es a Superman: Obviamente, si hay cerveza tiene que haber maní. Y si hay maní hay un índigo dispuesto a fagocitarlo. Así es que observando atentamente nuestro comportamiento, y en un esfuerzo de autorreflexión algebraica, llegamos brillantemente a las siguientes reglas matemáticas:

a. De 5 maníes que llevamos a la boca, 3 se caen
b. De cada 10 maníes que tragamos, 2 se nos van por el otro conducto.
c. La ingesta de 20,8 maníes nos obtura la tráquea y tosemos como perros con pulmonía para expulsar lo que se nos queda atragantado.
d. Por cada 50 maníes perdemos unos 5,7 si contamos los fragmentitos que escupimos mientras hablamos. Por eso nos cuidamos y no comemos dicho fruto si queremos ganar minitas: Simbolizamos la muerte del romanticismo.


4. Dos índigos juntos se chocan constantemente: estando ebrios o no, nuestras caminatas se caracterizan por lo que llamamos “el andar tiki taka”: no caminamos trazando una línea recta, sino que vamos rebotándonos entre nosotros ya que nos chocamos todo el tiempo. Es por esta razón que constituimos todo un desafío para la teoría evolutiva homínido, ya que somos una refutación en carne y hueso acerca de las ventajas del bipedismo en los humanos.



Eso es todo por hoy. Teníamos más conclusiones, pero nos olvidamos de anotarlas y ya nos la olvidamos. Indiguez, que le llaman.

1 comentario:

Anónimo dijo...

soy re indigaaaaaaaa